El jabón de Marsella (Savon de Marseille en francés) es un  jabón artesanal fabricado siguiendo una receta tradicional. En su fabricación se utilizan únicamente 100% aceites vegetales: bien únicamente  aceite de oliva; o una combinación de aceite de  oliva, aceite de coco, aceite de palma u otros aceites. En el auténtico jabón de Marsella estos aceites deben representar un mínimo de 72%, y son mezclados con  sosa y cocidos a fuego alto. No contiene colorantes, conservantes ni perfume y nunca grasas animales (escondidas bajo la denominación “sodium tallowate”).

Fue registrado por primera vez  ya en el año 1370. En 1688, Luis XIV, mediante el edicto de Colbert, introdujo regulaciones para limitar el uso del nombre de «Savon de Marseille» a los jabones fabricados en toda el área de Marsella, a partir sólo de aquellos que se realizaban con aceite de oliva. Una ley que sigue hoy vigente, aunque la normativa permite ahora que se utilicen otros aceites vegetales. El problema es que la denominación «Savon de Marseille» no está protegida; por lo que actualmente, se comercializan productos que no tienen nada que ver con el auténtico jabón de Marsella, y no nos proporcionan sus aplicaciones y beneficios.

Desde siempre, se ha utilizado para el aseo personal, para hacer la colada o como detergente doméstico . La leyenda dice incluso que, colocado a los pies de la cama, ayuda a combatir los calambres y los dolores reumáticos. Resumimos aquí sus múltiples aplicaciones:

Para la limpieza del hogar y la colada

Los dermatólogos recomiendan utilizarlo para lavar la ropa de de los bebes y de las personas con piel sensible.

Para las manchas de la ropa, o para los cuellos y puños de las camisas, mojar el jabón y frotarlo suavemente  por encima antes de introducir la prenda en la lavadora.

Una esponja humedecida con agua y enjabonada con jabón de Marsella, se puede utilizar para limpiar y desengrasar las baldosas de la paredes y suelos. Un trozo de jabón en el armario pude ayudar a repeler las polillas.

 

Para el aseo personal

Es suave, hipoalergénico y no irrita la piel, desinfecta y cura las heridas. Se puede emplear como dentífrico para curar las encías y para limpiar y blanquear los dientes. Puede utilizarse para el afeitado.

Las pieles con tendencia grasa, con impurezas o acné pueden verse beneficiadas si se limpian, por la mañana y por la noche, con jabón de Marsella.

 

Para el cabello seco y dañado

Preparar una mascarilla, mezclando jabón de Marsella rallado, dos yemas de huevo, dos cucharadas de aceite de oliva, dos cucharadas de germen de trigo y dos cucharadas de aceite de almendras dulces.

Aplicar sobre el cabello, dejar actuar unos 15-20 minutos; frotar  y enjuagar.